domingo, 17 de mayo de 2009

JOSE EDUARDO FRANCO CRUZ

NIÑAS CON TRAJE DE MADRES

Embarazo en adolescentes

El embarazo es quizás uno de los placeres más grandes que pueda sentir una mujer en su vida, es una maravillosa experiencia el cuidar, proteger, mimar y darle mucho amor al ser que se lleva en el vientre…pero cuando se presenta en adolescentes es cuando el cuadro cambia por completo, convirtiéndose en generador de graves consecuencias en la salud individual, familiar y colectiva, además les toca enfrentar nuevos y distintos roles en su vida cotidiana.

Una adolescente embarazada sufre una metamorfosis total, ya que cambia su cuerpo, su mente (en muchas ocasiones existen sentimientos de culpa y de vergüenza) y sus preocupaciones se transforman, ya no son las mismas, el aborto es la opción escogida y utilizada en los embarazos no deseados.
El apoyo a las jóvenes gestantes garantiza una mejor evolución del embarazo y además, un crecimiento adecuado física y emocionalmente del bebé que está por nacer.

Carolina Gomes tenía 19 años y estaba en el último año de colegio. Aunque sus padres nunca la castigaron y siempre la escucharon, ella cree que fallaron en algo muy importante: jamás le hablaron sobre sexualidad. Cuando ella se aventuró a tener relaciones sexuales con su novio, no sabía cómo usar los métodos anticonceptivos y mucho menos se le pasó por la cabeza exigírselo a su pareja. El colegio de monjas tampoco le ayudó a salir de su ignorancia.

Ella creyó que con un lavado de sus genitales después de la relación estaba a salvo, pero después de que pasaron un par de semanas y el periodo no llegaba, tuvo sospechas. Esperó con paciencia a que las primeras manchas en su ropa interior le dieran la feliz noticia de que aún no sería mamá, pero los senos pesados y el dolor en sus pezones parecían mostrarle lo que ella se negaba a creer.

Su novio estudiaba en otra ciudad y a través de una llamada telefónica le contó que sus aventuras inseguras darían fruto. Un examen en la Cruz Roja le confirmó a la pareja que no había duda. Hoy con 24 años, Carolina tiene a un pequeño de 4 años.

Esta es la historia de tan solo una de las adolescentes que sin buscarlo pasan de jugar con muñecas a cambiar los pañales de sus hijos. Uno de cada 100 niños nacidos en el mundo es hijo de una de ellas y entre las consecuencias está el riesgo de presentar complicaciones a la hora del parto, la salud de su bebé, sin contar con el aspecto emocional, porque la mayoría pierde a sus parejas.

“Para nadie es un secreto que el embarazo adolescente es un problema social, porque a menor edad la relación de pareja es muy inestable. Según estudios realizados por Profamilia se determino que el 54 por ciento de las adolescentes son abandonadas por sus parejas, incluso desde el momento en el que se enteran del embarazo”, dice Isabel Cristina Parra, pediatra de la Universidad Nacional, que trabaja con adolescentes gestantes, junto con un grupo de estudiantes de medicina y pediatría. En este ambiente muchas jóvenes ven el embarazo como una manera de independencia y autonomía de sus familias y buscan un hijo para sentirse autosuficientes. Sin embargo, las adolescentes de mayor edad, que se acercan a la etapa de adultas jóvenes, optan por ser madres de familia, tras haber escogido una pareja y crear un proyecto de vida.

“Las causas de estos embarazos tempranos están ligadas a la pobreza y a la falta de educación, eso es innegable y lo han reconocido todos los grupos de investigación y la situación se ve como un gran riesgo social”, confirma Parra.

También se suma el inicio temprano de la sexualidad. Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (2005) hay niñas que comienzan su vida en pareja a los 12 años.

Un estudio realizado en el sector de Agua blanca en Cali, determinó que el 25 por ciento de las niñas había tenido su primera experiencia sexual a los 15 años y el 42 por ciento a los 12 años.

Estas mujeres tienen mayor riesgo de presentar un parto prematuro, mortalidad del bebé, anemia, sangrados, eclampsia (elevación de la presión acompañada de convulsiones, niños con bajo peso, entre otras complicaciones.

Un buen ambiente familiar es un factor ideal que ayuda a disminuir la tasa de embarazos adolescentes, pero cuando estos se presentan, los padres o los adultos a cargo, comprenden y respaldan a la adolescente en el proceso. Esto garantiza también un adecuado crecimiento y desarrollo del bebé.

“Estudios médicos realizados en Inglaterra – dice la pediatra Isabel Cristina Parra- aseguran que no es útil explicarles a los jóvenes solamente sobre los métodos de anticoncepción, sino ofrecerles proyectos de vida, perspectivas de estudio, y además, sitios a donde puedan acudir por información o por los métodos, programas de atención y prevención integral, lugares en donde sean recibidos amablemente y tengan atención médica, espacios de socialización. Ese sería el ideal que pretendemos tener”.

Según las autoridades departamentales, el incremento de esta problemática demuestra que las estrategias de educación sexual han fracasado. Un mal enfoque de la temática en las aulas y la falta de diálogo en los hogares, las principales causas de este fenómeno que no muestra descensos. El año pasado 7.026 jóvenes vallecaucanas dejaron de ser niñas para convertirse en madres. La situación, según las autoridades, es preocupante. Aunque el fenómeno del embarazo en la adolescencia ya no sorprende, llama la atención que las estadísticas siguen en aumento, a pesar de las estrategias que se han puesto en marcha para enfrentar el fenómeno. Las cifras hablan por sí solas. Mientras que en el año 2005, la Secretaría de Salud Departamental reportó 6.508 menores de edad en estado de gravidez; en el 2006, el problema se agravó, toda vez que se registraron 518 casos más. De acuerdo con el subsecretario de Salud, Alberto Herney Campo, los municipios con mayores reportes de menores embarazadas son Cali, Buenaventura, Tuluá, Cartago y Palmira. “Esto en la lógica de que hay más habitantes y es mucha la población joven, pero eso no quiere decir que en los municipios pequeños el problema sea menor”, agregó el funcionario. Según Giovanni Storino , profesional de la Secretaría de Salud dePalmira, de acuerdo con las estadísticas que se llevan en esa ciudad, anualmente 200 menores de edad son madres. A su juicio, la cifra no es sólo preocupante por la cantidad, sino porque además, en la mayoría de los casos se trata de embarazos no deseados. La situación afecta todos los estratos sociales de la población. María Camila,apenas tiene quince años, pero en menos de tres meses será madre porque, según dice: “Me dejé llevar por el momento”. “Lo peor es que me va a tocar asumir sola este compromiso, pues mi novio apenas se enteró se desapareció”, dice la joven. Asegura que su vida sexual la inició con algo de responsabilidad porque “tomaba pastillas, pero no me funcionaron”. “Bueno, creo que las tomaba mal, porque fueron unas amigas las que me enseñaron”, agregó. Las palabras de María Camila son un reflejo de lo que, según las autoridades de salud en el Valle, está ocurriendo con gran parte de esta población y los pocos resultados de las estrategias diseñadas para enfrentar el problema. “En el caso de la educación sexual, no se puede negar que cuando se estableció la asignatura muchos profesores fueron obligados a dictar la cátedra sin ser idóneos y entonces se quedó en una clase sobre el sistema reproductor”, explicó Luis Carlos Murillo Valencia, director de Profamilia en Palmira Además, dice Murillo, “la educación sexual fracasó porque los padres de familia le trasladaron la responsabilidad a los profesores. Lo que se evidencia es una falta total de diálogo en los hogares”, aseguró. A eso se suma que en la sociedad, sobre todo a través de los medios de comunicación, se ha explotado la imagen de que el sexo indiscriminado da estatus social, indicó. “Se ha convertido en una necesidad. Una chica o un chico que no haya perdido su virginidad a los 14 años está pasado de moda”, dijo Murillo, tras señalar que los esfuerzos para enfrentar el fenómeno deben ser desdsvarios frentes, pues no es sólo un tema de salud.

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